EL MISTERIO DE LA VIDA


   Todas  las grandes proezas realizadas a lo largo de la historia han sido fruto de un profundo y constante vínculo con el plan personal y perfecto hecho a la medida de cada uno de nosotros. Éste crea una línea directa entre la realidad y la fantasía. Todo proceso de creación comienza en la mente humana, la cual será provista de todo lo necesario para que su proyecto alcance la máxima creación.

      A través de la imaginación y la fantasía podremos hacer realidad cualquier propuesta que le hagamos a la vida. El mundo va avanzando gracias a todas las aportaciones e ideas individuales, que comienzan en la imaginación como  resquicio de un posible hallazgo, para terminar siendo decisivas reflexiones que darán luz y transparencia a otras posteriores. Nos apoyamos unos sobre otros para crear y avanzar, siempre utilizando las bases de lo que otros dejaron; de la misma manera, hacemos nuestras aportaciones personales que servirán de una forma u otra de sustento para creaciones futuras.

      La vida es entusiasta y complaciente; el mundo le propone retos y ella le abastece de todo lo necesario para que esa creación tenga lugar. La vida se entusiasma con cada reto hasta convertirlo en realidad; nos enviará todos los medios pertinentes y nos dotará de los dones apropiados hasta que surja la magia para crear lo que antes fue tan sólo una idea en el pensamiento.

      Existe un plan divino y perfecto hecho a nuestra medida, para que podamos cumplir con la misión encomendada. El creer en este proceso nos dará poder, recibiremos los medios pertinentes para alcanzar tal propósito. Cuando creemos en este proceso surge la magia, elevando al máximo nuestra capacidad y creando situaciones, acontecimientos y todas las “casualidades” oportunas para una evolución personal.

       Cuando esto ocurre, la vida se convierte en sueño. La realidad y la fantasía se funden en una sola; siendo tan felices cuando vivimos como cuando soñamos. Vivir conectado al plan divino otorga poder y valor para perseguir todo lo imaginable, e incluso todo lo que nunca creímos poder imaginar. La vida se torna emocionante y perfecta, hallando descanso mental y espiritual. El misterio que la envuelve hace que merezca la pena vivirla, sea cual sea el destino, se cumplan o no los propósitos que teníamos en mente.


       Descubrí, que ocurra lo que ocurra, sería estupendo vivir esta aventura. Esta magia inspira, aportando calma y sosiego, sabiendo que no me esforzaré en vislumbrar lo que debo o no hacer, o si ocurrirá o no lo que pretendo; sólo debo dejarme llevar y la vida me irá guiando y acercando progresivamente a mi verdadero propósito en la vida. Al saber de su existencia, sentí por primera vez que mi vida era importante. Ya no era decisivo para mi estado de ánimo si se cumplían o no mis metas personales; había algo de un calibre mayor que daba sentido a mi existencia: realmente hay algo que me está esperando, tengo un destino por descubrir, y el camino hacia ello me llena de inspiración y paz interior.

      La vida de cada uno de nosotros es un don divino que nos ofrece la oportunidad de alcanzar todo lo imaginable, de palpar la magia con nuestras propias manos, de poder tocar el cielo tan sólo por creer en ella, de sentir la vida como el más bello de los sueños.



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