¿QUIÉN SOY YO?


      Para poder ser fiel a nosotros mismos es primordial conocernos en profundidad; saber qué necesidades tenemos, descubrir lo que  afecta a nuestro semblante, lo que nos motiva, lo que tememos… en definitiva, averiguar quién soy realmente.  Quién es esa persona que está detrás de todos esos condicionantes sociales y educativos, los cuales me han convertido en un auténtico desconocido.

  Al dejar de ser niña y entrando ya en la adolescencia, ésta era una pregunta recurrente en mi pensamiento. Creí que se debía a las dificultades de identidad que caracterizan a esta etapa de la vida; un periodo de transición hasta llegar a la edad adulta en la que completamos este proceso de consolidación de una identidad y personalidad concreta y definida. Se trata de un tiempo en el que buscamos nuestro sitio en el mundo, necesitamos definirnos con exactitud y acomodarnos en un espacio concreto.
    Ahora creo que esta transición está impulsada por la chispa divina interior que se halla inmersa en nosotros. La pubertad y adolescencia es un momento de cambio profundo en nuestras vidas, y siempre que atravesemos tiempos difíciles, en esos periodos en los que el estado anímico es regido por la inestabilidad, es cuando el alma que habita en el interior de cada uno de nosotros intenta guiar en la dirección adecuada, intenta hablar a través de la intuición y el pensamiento; pero no se le hace nada fácil ser escuchada, ya que son muchos los estímulos externos que influyen  y dirigen una mente adolescente.

      ¿Quién soy yo? Acaso alguna vez logré hallar la respuesta a esta cuestión. Quizá algún atisbo de acercamiento o incluso lograr cierto sentimiento de añoranza espiritual, pero lejos de la gran verdad que esperaba a ser desvelada, lejos de lo que nos enseñan y transmiten desde niños. Nos educan para ser seres limitados y expuestos a todo tipo de inclemencias, aprendemos a esperar posibles desgracias pues la vida es injusta y dolorosa; así nos la han descrito y así caminamos por ella. Lo que nunca pude imaginar siendo adolescente, aun mostrando interés y empeño en hallar, ahora emerge al estrato de la realidad para dar sentido y completa explicación a mi existencia.
      ¿Quién soy yo? Desde luego No Soy quien esperaba hallar ni Quien Creía Ser. No soy quien me dijeron que debía ser ni quien me enseñaron a ser. Todo era aparente realidad: no soy un ser débil expuesto a los designios del azar, sino alguien con enorme poder para crear la propia realidad. En conexión con mi parte divina puedo crear con el pensamiento y con mi mejor arma: los sentimientos.
    ¿Quién soy yo? YO SOY parte de la Fuente divina, de un Todo al que todos pertenecemos, soy parte importante del inmenso Universo, parte de eso que algunos llamamos Dios. Hay tantas formas de denominarlo como ideologías filosóficas, teorías metafísicas o doctrinas religiosas  queramos comprender, pero en última instancia todas nos llevan a una única verdad: somos magnánimos y divinos por naturaleza, eternos y hechos de luz celestial. La luz que somos va cambiando de forma pero nunca perece, regresa a la Fuente y se transforma las veces que creamos necesarias para aprender y evolucionar vida tras vida, a través del amor hacia uno mismo y hacia los demás, siendo realmente quien soy y aceptando al prójimo tal y como es, porque en la variedad está el progreso y la creación, en la diferenciación de intereses y elecciones personales se apoya la evolución. Cada uno desde su individualidad aporta el granito de arena que le corresponde para que el Universo funcione y avance al ritmo marcado, el cual lo va estableciendo la humanidad.



     Finalmente descubrí quién soy realmente, no sin antes dudar y cuestionarme la veracidad de esta oculta realidad. Pero no hubo oportunidad para una desconfianza prolongada pues la sincronía, la elocuencia y sobre todo una paz nunca antes sentida llegó a mi vida; las señales eran claras para atestiguar una nueva realidad que envolvió mi mundo de magia y misterio. Una vez desvelado el juego y sus reglas, ya no queda nada oculto tras el tablero, por lo que las fichas se van mostrando una tras otra, sin estrategias encubiertas, cada una en su momento adecuado.
      Atrás quedó el tiempo para secretos entre mi alma y yo; así comenzó una nueva forma de pensar, sentir y vivir. Mi alma no me dio descanso, no me permitió un tiempo para el recelo, a cada momento y con un orden asombroso me mostraba la información necesaria para acceder al siguiente peldaño. Una escalera imperceptible a mis sentidos pero accesible a mi intuición me fue ofrecida para llegar hasta aquí. Desconozco el final de esta escalera, ignoro la localización exacta de cada peldaño, pero no dudaré en subir uno a uno cada vez que mi yo interior me impulse a hacerlo, cada vez que intuitivamente sienta la necesidad de continuar ascendiendo en la escalera invisible pero auténtica de la vida. Un recorrido que decidí emprender en compañía de mi guía interior; de esta manera puedo ir más deprisa o más despacio, pero con la certeza de que no me perderé, de que nunca más dejaré de ser yo misma.


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