FIN DE VACACIONES... ¿Y ahora qué?



          Las vacaciones llegan a su fin y los buenos momentos deben dejar paso a otros de carácter laboral o académico, regresando de nuevo a la rutina diaria. Nos cuesta dejar atrás el tiempo de ocio, descanso, reflexión, júbilo y todos  aquellos momentos a los que hayamos dedicado este espacio estival. 
            Atrás quedarán divertidas excursiones o increíbles viajes, nuevas amistades o reencuentros entrañables; pero  quedan LOS RECUERDOS, que nos acompañarán y nos protegerán de la apatía y desgana diaria, aportándonos la energía necesaria para comenzar un nuevo periodo.



          Recuerdos inolvidables que fortalecen el espíritu para engrandecer nuestra vida y completarnos como personas. Aquello que nos haya nutrido el alma no se perderá nunca, será parte de nosotros para siempre; aportando, con cada experiencia vivida, lo necesario para cumplimentar nuestra existencia.




      Ahora es momento de encontrar NUEVAS ESPERANZAS y alegrías de otra índole. Debemos buscar la ilusión que nos avive el corazón; pondremos en proyecto algo que nos motive y emocione, e incluso podemos elaborar una lista de objetivos a conseguir en esta inminente etapa que se aproxima. Pero de lo que no debemos olvidarnos, llevados por la rutina diaria, es de VIVIR INTENSAMENTE CADA DÍA, pues con cada amanecer se nos presenta una nueva oportunidad para ser felices. Las vacaciones son fechas estupendas, pero no significa que tengamos que esperar a que lleguen para poder disfrutar de la vida. Cualquier momento es bueno para vivir con emoción, enriqueciéndonos con los pequeños detalles del día a día.


          La vida nos regala infinidad de pequeños fragmentos de felicidad todos los días; aprende a percibirlos, atrapa estos momentos, no los dejes escapar. Valora todo aquello que te proporcione bienestar, alegría o simplemente sosiego; pues cuando eres consciente de lo que estás recibiendo es cuando puedes sentir agradecimiento por todo lo que va llegando a tu vida, por muy banal que parezca. Todos los detalles del día son dignos de agradecimiento, no te dejes nada en el tintero; repasa hechos, situaciones, personas y cosas. No olvides valorar absolutamente todo: alimentos, ropa, casa, familia, amigos, trabajo, dinero, salud, una película, un libro… y hasta el aire que te acaricia la cara al andar; todo lo que nos ofrezca una sensación agradable.




          Siempre que tenemos sentimientos de agradecimiento, estamos gritando desde el corazón “quiero más de esto”. Y ya sabemos que las leyes del Universo no pueden resistirse a los deseos del corazón. Así que agradece todo lo que llegue a ti diariamente, lo que ya posees y hasta lo que está todavía por venir.  Esta forma de vida te traerá mucho más de esto y de aquello, sintiendo cada instante como único y especial. La emoción y la alegría hacen rejuvenecer el cuerpo, llenándolo de energía y vitalidad, llegando hasta la última célula del cuerpo.




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