CON LUZ PROPIA
Preocupaciones y posibles amenazas interrumpen nuestro rumbo en la vida.
Nos preocupamos de hechos imaginarios que finalmente nunca acontecieron, por
tanto no existieron, tan sólo en el pensamiento, haciendo perder un tiempo
precioso en banalidades que además causaron sufrimiento. Pero muchos sueños
tampoco se realizaron pues no pusimos en ellos la intención adecuada. Eran lo
propiamente dicho “sueños”. Éstos son ilusorios, no les ofrecemos dedicación ni
con el pensamiento ni con acciones que lo propicien. Se construyen ajenos a la
fe, no creemos en su realización. Son como una vía de escape que inventamos
para recrearnos en ensoñaciones que nunca ocurrirán, pues están faltas de fe y
de dedicación intencionada. Para que un sueño se haga realidad debemos poner
los cinco sentidos y gran dedicación: guiarlo con el pensamiento, sentirlo con
emoción, perseguirlo con acciones que nos encaminen en esa dirección… Y sobre
todo y por encima de todo creer en él, tener fe de que es algo real y no una
ensoñación. Es cuando el sueño se convierte en un deseo verdadero, cuando damos
por hecho que en un futuro próximo lo veremos materializado.
Situaciones conflictivas que viví se quedaron en eso, en preocupaciones
que no han ido más allá afortunadamente. El resultado final de estas
experiencias me ha dado fuerza para actuar en la adversidad, pues me apoyo en
la fe y ésta me aporta seguridad; con la certeza de que todo va a salir bien,
pues no concibo mi vida de otro modo. La fe me ha proporcionado la tranquilidad
de que mi vida acontecería en esta línea. Pero no he considerado la posibilidad
de una vida “mucho más”, en todos los sentidos. He imaginado una trayectoria en
línea continua, en la que ni nada malo ni nada extraordinariamente bueno me
podía ocurrir, y así la he confeccionado. He tenido ensoñaciones, pero no
grandes deseos, porque no he puesto ni intención de conseguirlos ni fe en
ellos. Esta es la imagen que he creado de mi vida y por tanto también de mi
propia persona. No me he imaginado como una persona con grandes habilidades, ni
grandes dotes para algo en concreto. No he imaginado una vida para mí con
grandes logros, ni he perseguido grandes metas. Quizás pensé que no me
correspondía o que no lo merecía. Pero la razón que subyace en el fondo de
todas las posibles causas es que no tenía fe en mí misma, no creía en mi propia
persona.
Pero nunca es tarde para reconducir la vida, de hecho se nos
ofrecen multitud de oportunidades de cambio a lo largo de nuestra existencia,
pero debemos estar alerta, estar despiertos para poder percibirlas. Dejar ir lo
que no pudo ser y comenzar a vivir lo que puede llegar a ser. La imagen que tenemos de nosotros mismos nos puede limitar enormemente nuestra propia vida.
Si crees que no te has valorado como te mereces, éste es el momento idóneo para empezar a hacerlo. Eres alguien CON LUZ PROPIA que ilumina y señala el sendero al andar; TÚ DECIDES, si seguir caminando a tientas, o si por fin comenzar a alumbrar tu vida con los mejores deseos, pensamientos, sentimientos y propósitos que quieres de verdad alcanzar. No te quedes agazapado en un recodo del camino, avanza sin miedo y con paso firme, sin prisa y disfrutando el trayecto, seguro de ti mismo y también de TU PRÓXIMO DESTINO.
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